En el momento de conocer el diagnóstico de infertilidad y casi con independencia del tipo de enfermedad crónica que consideremos, los sujetos suelen experimentar alteraciones emocionales que han sido interpretadas: 1) como una reacción normal, 2) como un cuadro psicopatológico, 3) como una reacción anticipatoria de duelo, especialmente en aquellas enfermedades con un pronóstico mortal y 4) como un síntoma más del proceso morboso.
Lo considerado como más común en cuanto a los pacientes diagnosticados con infertilidad es que aparezcan trastornos depresivos y ansiosos, sin embargo, estos trastornos aparecen también en el proceso de tratamiento de la infertilidad. Por otra parte, es común encontrar discrepancias en estos resultados, ya que estos se obtienen mediante la realización de cuestionarios, por lo que no tienen una validez clínica real. Por esto, los resultados obtenidos no son extrapolables a la población. Sin embargo, la justificación para el empleo de estos métodos en los pacientes con diagnostico de infertilidad es la escasez de pruebas validadas para aplicar a este tipo de pacientes.
En el caso de parejas en reproducción asistida, los cuadros de ansiedad y depresión también están considerados un clásico, aunque una parte de esto es debido a que son las dos afectaciones psicológicas más estudiadas en las personas en esta situación, por lo que la información disponible acerca de estas dos afecciones es muy extensa, detectándose más casos de este tipo. En este caso, los psicólogos se centran en las parejas que asisten a tratamiento de fecundación in vitro, ya que son numerosas sesiones que se pueden repetir en varias ocasiones debido al fracaso de las mismas. En casos extremos, se ha llegado a señalar la aparición de tendencias suicidas en las mujeres bajo tratamiento para reproducción asistida, hasta en 1/4 de estas.
Hemos de resaltar las diferencias que, en función del género, se producen en el impacto emocional y la aparición de alteraciones psicopatológicas como consecuencia de los tratamientos. Los hombres mantienen mejores niveles de equilibrio emocional que las mujeres. En realidad, parece que el desajuste emocional se encuentra más relacionado con la percepción de amenaza a la propia masculinidad o los sentimientos de fracaso en el cumplimiento de rol que con el diagnóstico o el tratamiento.
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